En los últimos años, se ha hablado mucho sobre el mindfulness o atención plena, el arte de prestar atención a lo que nos rodea de manera consciente. Hoy, esta práctica sirve como una especie de “antídoto” ante el ritmo de vida atareado y estresante que llevamos, en parte, por el uso de las redes sociales.
Desde que su aparición a mediados de los 90, la ansiedad social como fenómeno global fue en aumento. Según un estudio de la Royal Society for Public Health de Inglaterra, el boom de las redes sociales está asociado con un incremento de la ansiedad, depresión y alteración del sueño.
Esto se debe a que trajeron aparejados dos fenómenos. Uno es el síndrome o complejo del like me, que se da cuando las personas se vuelven dependientes del número de “me gusta” que reciben en las redes sociales. El otro es el FOMO (Fear of Missing Out, por sus siglas en inglés) o el miedo a perderse de algo, que describe la necesidad de estar siempre conectados.
Un estudio publicado en el Diario Americano de Medicina Preventiva evaluó a usuarios de 11 redes sociales distintas y concluyó que, a mayor uso de las redes, mayor es el sentimiento de aislamiento en una persona. Esto, a su vez, genera baja autoestima, ansiedad y depresión, que llevan al usuario a querer seguir conectado para no enfrentar el mundo de afuera.
Esta sobreconexión virtual lleva no solo al aislamiento, sino también a desconectarnos de nosotros mismos. Y allí es donde aparece el mindfulness para llevarnos nuevamente a un estado de pleno contacto con nuestro cuerpo, nuestra mente y lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Beneficios de practicar mindfulness
- Disminuye la ansiedad y el estrés
- Mejora el sueño
- Aumenta la creatividad
- Mejora la concentración