Las investigaciones sobre conducta alimentaria sugieren que son muchas las distracciones que intervienen durante la comida. Desde los celulares y la televisión, hasta el exceso de preocupaciones, ansiedad, estrés y falta de tiempo. Todos estos factores entorpecen el acto de comer y nos llevan a tomar malas elecciones alimenticias, a comer rápido y sin masticar correctamente o a usar el alimento como un “sedante” frente a los estados emocionales.
Una forma simple de saber si estamos siendo conscientes al momento de comer es preguntarnos: ¿cuál fue la última comida que realicé? Pensar en el sabor y la textura de lo comido, en el aroma, el lugar y la hora. Si no podemos recordar estos detalles, es porque posiblemente estemos comiendo en modo automático.
¿CÓMO PODEMOS APLICAR EL MINDFUL EATING?
La alimentación consciente es algo que puede aprenderse. Algunas recomendaciones para lograr la atención plena al momento de la comida son:
1. Comer más despacio
Comer rápido tiene muchas desventajas, principalmente no poder disfrutar el verdadero sabor de la comida. Cuando comemos despacio no solo disfrutamos de los sabores primarios del alimento sino también de los secundarios, obtenemos más nutrientes y facilitamos la digestión.
Por otro lado, la señal de saciedad llega más rápido al cerebro y podemos parar de comer, aunque no hayamos terminado el plato. En cambio, si comemos rápido, paramos de comer simplemente porque estamos atorados y no porque nos sentimos llenos.
Una buena técnica para comer más despacio consiste en apoyar los cubiertos entre bocado y bocado.
2. Involucrar todos los sentidos
Comer es mucho más que ingerir alimentos, es una experiencia sensorial. Por eso, desde la alimentación consciente se propone disfrutar no solo del sabor del alimento, sino también de su olor, textura, color.
Cuando comemos, todos nuestros sentidos intervienen, condicionando el nivel de aceptación que tengamos sobre el alimento. Elegir texturas y olores agradables, que despierten sensaciones positivas suma una cuota extra de placer que nos ayuda a estar presentes en el momento de la comida.
3. Estar atentos a nuestro diálogo interno
Debemos ser conscientes de lo que nos decimos a nosotros mismos. Por ejemplo: “Tuve un mal día, me merezco algo dulce”. La clave es no tapar esas voces internas, sino más bien escucharlas y reemplazarlas por un diálogo diferente. Por ejemplo: “Tuve un mal día, merezco descansar un rato”. Y, sobre todo, no olvidarnos de que la comida nunca soluciona el motivo por el cual nos sentimos tristes, cansados, enojados, etc.
4. Respirar
Realizar varias respiraciones profundas antes de empezar a comer ayuda a controlar las emociones, evitando que nos dominen. Además, cuando respiramos bien, aumentamos nuestra capacidad de concentración física y mental y ayudamos a disminuir la ansiedad.
Una técnica consiste en respirar profundamente, llevando el aire a la parte baja del abdomen. Luego, realizar 30 segundos de respiración más rápida para después recuperar un ritmo de respiración normal.