Biografía
Byung-Chul Han es uno de los filósofos más relevantes de los últimos años. Nos ofrece una perspectiva diferente de análisis de los problemas derivados del desarrollo capitalista neoliberal y los avances tecnológicos con los que convivimos en la sociedad actual.
Byung-Chul Han nació en Seúl, Corea del sur en 1959 y aunque comenzó estudios universitarios en Corea su interés por las letras le llevó a trasladarse a Alemania donde acabó por licenciarse en filosofía en la universidad, para posteriormente hacer el doctorado sobre Martin Heidegger.
Desde entonces ha trabajado y escrito siempre en lengua alemana, su ensayo más conocido es «La sociedad del cansancio»
Influencias y escritura
Byung-Chul Han escribe de forma clara, exponiendo un pensamiento que muestra una gran coherencia interna. Sus explicaciones están llenas de referencias literarias y cinematográficas con una aproximación crítica a otros pensadores. Sus influencias más relevantes son Heidegger Nietzsche y Hegel, pero también inciden en su pensamiento multitud de filósofos occidentales; desde la época griega hasta la actualidad.
El pensamiento de Byung-Chul Han gira en torno a un problema central que básicamente puede reducirse a cómo se ha perdido el sentido de la vida en la modernidad. Analiza cómo nos hemos alejado de la vida y cómo la libertad no nos ha hecho libres sino auto explotados.
Según Han, somos devorados por problemas derivados de un enfoque narcisista de la vida y de una creciente aceleración de esa vida, en la que todo es transformado en mercancía y a la vez carece de valor real.
Exceso de positividad
El filósofo dice que nuestra sociedad sufre, lo que él califica, como un exceso de positividad. Aquí no se trata de la positividad como optimismo y la negatividad como pesimismo, sino de la positividad como lo mismo y la negatividad como lo otro o positividad como lo interno y negatividad como lo externo.
Nuestra sociedad tiene todos los problemas derivados de un exceso de positividad. Hay una sobreabundancia de lo idéntico. Esto ha generado otra sociedad distinta a la descrita por pensadores del siglo XX como Hannah Arendt o Michel Foucault y que tiene problemas diferentes.
Ese exceso de positividad, la superproducción y el super rendimiento, producen fatiga. Por eso él llama a nuestra sociedad «la sociedad del cansancio»
La sociedad disciplinaria
La sociedad de hoy, según Han ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. En el constante perfeccionamiento del capitalismo hay una búsqueda de la máxima eficiencia y resulta que lo más eficiente es sustituir la explotación por la auto explotación. Nosotros mismos somos capaces de exprimirnos mucho más.
En la sociedad actual no hay sujetos de obediencia sino de rendimiento. En la sociedad disciplinaria todo quedaba definido en torno a lo que no se puede hacer o lo que sí se debe hacer, lo que está permitido o lo que está prohibido.
Según Han, la sociedad ahora se caracteriza por la ausencia de negativo y el exceso de positividad. La productividad ha producido el cambio de paradigma. Para aumentar el crecimiento económico, resulta más eficiente la positividad del «sí se puede» que la negatividad de las normas y el deber, pero esto se ha realizado a costa del sujeto.
Han dice que el sujeto no es sujeto de nada, porque en realidad no es libre sino que está sujeto. En esta sociedad del exceso de positividad, el sujeto ya no es sujeto porque no está sujeto por nada, no hay represión alguna, lo que hay es una explotación de la libertad y una dispersión absoluta que ha deshecho al sujeto.
La autoexplotación | el inconsciente
Estamos convencidos del «sí se puede» de que nuestra vida es un proyecto del valor, de nuestra iniciativa, de nuestra libertad y así nos autoexplotamos, queriendo alcanzar un yo ideal que nos hemos creado. Así rendimos más, producimos más y nos agotamos más.
La autoexplotación genera un nuevo panorama de problemas que son producto del exceso de positividad, no de la oposición o lucha contra el otro, sino de centrarnos en nosotros mismos habiendo perdido toda conexión o percepción de un otro como realidad extraña a nosotros.
Han dice que el paisaje que poblaba el inconsciente en el psicoanálisis de Freud, ya no sirve, ya no está el inconsciente freudiano. Se forma a través de la represión, a través de la presencia del otro, de límites y eso ya no se aplica.
Ya no tenemos problemas histéricos, que serían fruto de la negatividad del otro, sino problemas narcisistas, producto de esa positividad, del estar solo nosotros mismos con nuestro yo ideal.
El inconsciente existe, pero se forma de otra manera y sus problemas son distintos a los típicos de la sociedad actual. Según Han derivan del narcisismo del exceso de positividad.
La violencia de la sociedad del cansancio
Según Han, la violencia en la sociedad del cansancio, es una violencia neuronal en el sentido de que no es viral, no es de un otro que percibimos que nos ataca y frente al que nos defendemos, sino que es nuestra contra nosotros mismos.
La violencia neuronal es inmanente* ( interno a un ser o a un conjunto de seres, y no es el resultado de una acción exterior a ellos) al sistema. Han cree que es exhaustiva, que está dentro, en un sistema en el que no hay dentro ni fuera, no hay un otro ni un opresor externo.
En esta sociedad actual el sujeto de rendimiento no tiene un dominador externo, sino que el sujeto se autoexplota. No hay un poder externo sino autoexplotación, autoagresividad y autodestrucción.
La revolución es imposible porque no hay enemigo externo, el individuo cree que es libre, pero en la sociedad del rendimiento esa obligación de rendir, que ya es autoimpuesta, hace que libertad y coerción sean lo mismo.
Gracias a ese hechizo del rendimiento, la vida ha quedado desnuda, solo queda el cuerpo del yo en el que se desarrolla el culto a la salud para prolongar esa vida que ha perdido intensidad y significado.
Han nos llama zombies del rendimiento y del botox, frente a esto aparece la vida contemplativa y de la negatividad, precisamente buscando recuperar la capacidad de amor de creación y de anhelo que segñun él, parece que hemos perdido.
Consumo | Era digital
En el mundo actual todo es mercancía, hasta la vida misma, todo se consume y a la vez carece de verdadero valor. Los objetos, los demás, nunca representan al otro, sino que son refuerzos del yo.
El smartphone no sirve para acercarnos a los demás sino que destruye la empatía y nos hace sentir más solos. Igual que los medios de comunicación digital, no permiten el diálogo.
Tenemos océanos de datos, imágenes digitales que zumban ante nuestros ojos, ruido y velocidad. En vez de poder captar el mundo nos vemos atrapados por el mundo, el pensamiento es analógico.
Han dice que la en la era digital se ha perdido el ritmo, el tiempo actual sólo fluye cada vez más deprisa en un encogimiento del presente, que no permite la pausa.
Vivimos en un eterno zapping, esto también es un exceso de positividad, la vida contemplativa es negatividad porque es libertad de no hacer, libertad de pararse y reflexionar, es calma y esa atención, capacidad de concentración nos falta ahora.
Sin esto ni siquiera se actúa, no hay acción verdadera porque no hay reflexión que permita la acción. Hay consumo en el juego pero no acción, la negatividad, nos dice Han, es fuente de vida. Todos los elementos que permiten esa vida buena que se ha perdido, se encuentran en la negatividad.
Los datos son adictivos, la aceleración, el ruido, en cambio la narración y el silencio, pertenecen al lado de la negatividad.
El amor
Un mensaje muy importante de su filosofía es el amor como motor dialéctico. El amor es motor de ascenso de vuelta hacia lo absoluto y el amor, nos recuerda Han, es la irrupción, a veces cataclísmica pero siempre salvadora, del otro.
Es perder la conciencia de uno mismo, renunciar a uno mismo y eso permite lo que no permite la vida actual, que es la conclusión. La conclusión permite dar sentido, el amor es así la negatividad absoluta. La capacidad de Eros es algo que se está perdiendo. Ahora lo importante es el éxito y el otro es sólo un espejo que sirve de confirmación del ego.
El Eros permite salir del narcisismo depresivo y fatigado actual porque permite la experiencia del otro en su alteridad. El esclavo igual que se somete por temor a perder la vida, tiene una limitada capacidad para el Eros.
Han recupera la definición de Eros platónico como motor de ascenso. Según Platón todas las funciones del alma, la concupiscencia y la racional, necesitan Eros. El filósofo es el que tiene Eros porque es el que tiene necesidad física de saber.
Han defiende la importancia de la amistad, el amor, el diálogo, la escucha, el silencio, todas muestras de negatividad y de Eros como negatividad absoluta. Estas permitirían esa revolución del tiempo, esa recuperación del otro y una verdadera libertad.