Ud. se define como un buscador espiritual, un buscador romántico de otras realidades, ¿podemos elegir nuestra propia realidad?
Nos movemos en dos realidades: la exterior y la interior. La primera formada por situaciones, eventos, circunstancias… La segunda, por estados mentales y emocionales. Pero luego hay, de acuerdo a todos los sabios de Oriente, otra realidad que trasciende las dos mencionadas, y que es la que he tratado de perseguir sin tregua. Está más allá de lo aparente, de lo adquirido, de lo egocéntrico. Mucho nos viene dado (destino) y dentro de ese río en el que aparecemos inmersos, podemos servirnos de enseñanzas y métodos para ir completando nuestra evolución consciente.
Lo más triste que nos puede suceder es quedarnos huérfanos de nosotros mismos, ¿somos actores secundarios en la película de nuestra propia vida?
No pensamos, sino que somos pensados por nuestros pensamientos; hacemos mecánicamente, y al final la vida nos vive y ya ni siquiera somos actores, sino comparsas. Es trágico estar exilados en nosotros mismos, haber perdido el núcleo de nuestro ser. El propósito y sentido deberían estar en recuperar lo que nunca hemos dejado de ser, nuestra esencia, pero que hemos perdido de vista. Por eso tanta insatisfacción, descontento, amargura.
Muchos asocian muerte y miedo a morir casi de forma instintiva, ¿cómo perder el miedo a morir si tememos tanto vivir?
El que tiene un miedo atroz a morir es el ego. Espanta la pérdida de la propia identidad. Si muere el ego, ¿quién hay para morir? La meditación es un viaje más allá del ego. Ante la muerte, sí, todo palidece. Pero es porque uno, aun siendo un comparsa, no quiere retirarse del escenario. El ego tiene que rendirse.
«Yoga sin consciencia, no es Yoga; Yoga sin atención, no es Yoga; Yoga sin ética adecuada y sabiduría no es Yoga»
Declarado universalista, usted se nutre de lo mejor de cada Maestro o Religión: de Jesús y el Cristianismo, de Buda y el Budismo, de Lao Tsé y el Taoísmo, Mahavirá y el jainismo… y desconfía de las religiones institucionalizadas. ¿Es la propia búsqueda el camino que encierra verdades escondidas?
El antiguo adagio reza: La senda sin senda es la senda. Todo lo institucionalizado me produce desconfianza e incluso alergia. La búsqueda hacia los adentros es muy personal. Toma lo que te ayuda y descarta lo que no te sirva. Experimenta. No hay que moverse por creencias, sino por experiencias. Eso es el verdadero yoga: una experiencia que va transformando. Muchas veces las instituciones son las grandes traidoras de la genuina Enseñanza.
El misticismo se ha ido alejando poco a poco del cristianismo, del budismo, del Islam… ¿Aboga Ud. por la enseñanza de la meditación a temprana edad o en los colegios?
Es una lástima lo que ha pasado con las religiones institucionalizadas. Han perseguido y maltratado a sus místicos, cuando el místico es la savia y la médula de todos sistema religioso. Sí, hay que aprender a meditar desde la niñez. Hay que adaptar las técnicas y el lenguaje al niño, dependiendo de su edad. La meditación le enseñará a conectar consigo mismo, vivirse hacia adentro y no solo hacia afuera, adquirir una actitud vital basada en la lucidez, la ecuanimidad, la atención plena, la compasión. Pero nunca adoctrinar al niño.
«No pensamos, sino que somos pensados por nuestros pensamientos»
Encontrar el propósito de la vida suele ser toda una tarea a llevar a cabo, y si así como pensamos somos, ¿cree que la ausencia de pensamiento da respuesta a tan difícil pregunta?
Cuando el pensamiento cesa, se revela la luz de nuestra naturaleza real. El pensamiento es imprescindible, pero es insuficiente. Hay que aprender a pensar y dejar de pensar. Tenemos que lograr que la mente ayune, y así durante un tiempo el pensamiento egocéntrico pasa hambre y se debilita. Por un lado hay que aprender a pensar, por otro entrenarnos para suspender las ideaciones y sentirse establecido en la fuente interior, más allá del pensamiento
El yoga no se mueve por creencias sino por experiencias. ¿El concepto de Yoga es o debe ser único?
Lo que está sucediendo con el yoga es penoso, lamentable. Llaman yoga a lo que nada tiene de yoga. ¡Todos esos pseudoyogas, yogas desnaturalizados y falseados, una gimnástica sin ningún sentido espiritual, un impúdico culto al cuerpo. ¿Por qué le llaman yoga si nada tiene de yoga? Hay que utilizar el discernimiento y saber seleccionar las enseñanzas. Por un lado están los que se pavonean con su fachada de swamis, gurús, «gente especial que sabe mientras los demás nada saben», narcisistas enfermizos; por otro lado están los que convierten hoy en día el yoga en gimnasia , acrobacia, contorsionismo y apego al cuerpo. ¡Y lo más paradójico! El yoga que en su verdadera esencia es para otorgarle sosiego a la mente, se ha convertido para muchos en una técnica para generar tensión, estrés, afán de competencia.
Ud. practica Hatha-Yoga, ¿en qué consiste esta rama en concreto y qué le aporta en su día a día?
Todos los días la practico, todos. El verdadero hatha-yoga es el trabajo consciente sobre el cuerpo para ir más allá del cuerpo; como una escalera para llegar a la mente y armonizarla. No solo provoca un gran bienestar físico, sino que equilibra las energías y estabiliza la mente. Como explico en mi «Autobiografía Espiritual», pasé por una enfermedad gravísima debido a hacer cogido una bacteria peligrosísima en Oriente. Estuve muchos días al borde de la muerte. El yoga me ayudó mucho a recuperarme, porque en cuanto pude comencé a practicas ejercicios de respiración, relajación meditación y otras técnicas. Yo encontré el Yoga cuando tenía quince años. Se lo debo a mi madre. Ojala todas las personas pudieran hallarlo en la adolescencia.
«Llaman yoga a lo que nada tiene de yoga»
A menudo el intrusismo profesional es el responsable directo de la confusión sobre el concepto esencial del Yoga, presentando esta práctica por ejemplo, como un deporte… ¿Existe por definición el Yoga separado del concepto de mente?
Yoga sin consciencia, no es Yoga; Yoga sin atención, no es Yoga; Yoga sin ética adecuada y sabiduría no es Yoga. La formación de profesores de Yoga se ha convertido en un gran negocio. Me he negado siempre a entrar en ese juego. Nunca he formado a nadie que no hayan sido mis propios profesores. Pero como es un gran negocio, cada día se forman más y más profesores y luego hay tanto y tantos y tantos, que se les explota, se les paga ridículamente (algunas organizaciones que se dicen no lucrativas ni les pagan) y no se les asegura. Nadie les dice eso a los que van a formarse, sino que se les cobran grandes sumas y se les prometen «paraísos artificiales» e inalcanzables.
En lo relativo al Yoga, asumo que debemos buscar aquello que nos aporte y se adapte mejor a nosotros mismos, o al momento en el que estamos mental, emocional y físicamente pero, ¿cómo elegir el tipo de Yoga con el que identificarnos? y en el plano físico, ¿existen pautas o patrones que nos guíen en su práctica?
Existe el juego del ajedrez y el de las damas: no son lo mismo; existe la bisutería y la joyería: no son lo mismo; existe, como dice mi buen amigo el maestro de Yoga Gustavo Plaza, la salsa y el yoga, pero no tal cosa como salsa-yoga. Lo idóneo es practicar Hatha-yoga y meditación, y atender así al cuerpo y a la mente.
¿Cuál ha sido su lección de vida más relevante?
La antigua instrucción reza: «El que fracasa una vez, se deprime; el que lo hace tres veces es un maestro». He fracasado muchas veces en mis intentos espirituales, porque hay aparentes retrocesos, pero hay que renovar el ánimo de la Búsqueda y proseguir. Unos arrastrándose, otros caminando y otros corriendo, pero todos nos veremos en la Meta. No me importa ir arrastrándome si llego. ¡Tantas y tantas lecciones de vida… y de muerte!. ¿Acaso el mismo suelo que nos hace caer no es en el que hay que apoyarse para levantarse?
Entrevista Carolina Liébana